La actriz regresa como protagonista de esta adaptación de la obra de Miguel Delibes cuyas entradas están agotadas.

Casi 40 años después de haber interpretado por primera vez a Carmen Sotillo en “Cinco horas con Mario”, la actriz Lola Herrera encarnará por última vez este papel en una gira de despedida. Y tenemos la suerte de que Utrera es una de las localidades en la que vamos a poder disfrutar de la gran capacidad interpretativa de la actriz.

Será este viernes, 10 de diciembre a partir de las 20:30 horas cuando se abra el telón del Enrique de la Cuadra y nos traslademos a marzo de 1966. Carmen Sotillo acaba de perder a su marido Mario de forma inesperada. Una vez que las visitas y la familia se han retirado, ella sola vela durante la última noche el cadáver de su marido e inicia con él un monólogo–diálogo en el que descubrimos sus personalidades y los conflictos de su matrimonio.

Una clase magistral de interpretación, opinan los críticos teatrales que está haciendo la actriz, de 84 años de edad, en este tiempo que lleva de gira. Sin alardes, sin imposturas, sin barroquismos, con toda la naturalidad que da el saber pisar un escenario. Y una voz tan nítida y convincente, que por sí sola nos conduce al pequeño mundo de Carmen Sotillo.

Con una forma entrecortada, detallista al mínimo, reiterativa y llena de tópicos, Carmen Sotillo dice cosas, manifiesta sentimientos y emite juicios que a muchas personas hoy les pueden parecer increíbles. “Cinco horas con Mario” es, entre otras muchas cosas, un documento vivo de esos años. De las preocupaciones económicas, religiosas, políticas y morales entonces imperantes que Delibes, a través del lenguaje de su protagonista, dejó retratadas con nitidez, de forma que la vida española de entonces llega a palpitar viva en sus palabras.
Pero, por encima de todo esto, “Cinco horas con Mario” nos habla de los asuntos eternos del ser humano: de la culpa, de la soledad, de la incomunicación, del sentido de la vida. Como siempre en Delibes partiendo de un localismo concreto encarna en sus personajes y en sus conflictos las realidades más profundas y complejas que condicionan nuestra vida.

Cuentan los periódicos sobre las actuaciones en otros teatros, en otras ciudades, que el público en pie no se cansa se aplaudir, y que Lola tiene que salir a saludar varias muchas veces hasta que los aplausos tímidamente dejan de sonar y que incluso la esperan decenas a la salida del teatro. Una vez más demostrando su maestría.
Este viernes tenemos la oportunidad de disfrutarla en Utrera.