Hay una tendencia general que considera que la juventud actual cuenta con mayor información o está mejor informado en materia de anticonceptivos que lo pudieron estar sus padres. Si bien es cierto que hoy en día acceder a la información es más fácil, ya sea porque la obtienen de forma directa, a través de las distintas campañas de concienciación que se desarrollan en los centros educativos, o porque acceden a ella a través de Internet que, además de ofrecer una enorme cantidad de información, la muestra al usuario de manera anónima, sin pedirle identificación, con lo que se rompe la barrera del tabú que solía rodear a estos temas.

Los centros de planificación familiar presentes en los centros de salud también informan al respecto y, no sólo destacando exclusivamente el uso de anticonceptivos para evitar embarazos no deseados, sino también para prevenir de enfermedades venéreas, también conocidas como enfermedades de transmisión sexual (ETS).

Por último, y no menos importante, se encuentra la familia. Y es que forma parte de la educación de los hijos educarles en educación sexual, puesto que el objetivo es que disfruten de una sexualidad sana y segura.

En general, hemos enumerado algunas de las fuentes de información que tienen los jóvenes hoy en día a su alcance y en su entorno más inmediato. Evidentemente son muchas más que las que pudieron tener sus padres, al tiempo que la sociedad ha evolucionado en este sentido. No obstante, tras lo expuesto, nos replanteamos la cuestión que da título a este post, puesto que tener mucha información no es sinónimo de estar informado. Para así estarlo, hay que interiorizar esa información y aplicarla.
 
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