Aquellas paredes blancas y fachadas de edificios no habitados o muros existentes en las ciudades son en muchos casos foco de pintadas, graffitis o, a modo de tablón de anuncios, se usan para fijar carteles de todo tipo. En este último caso, algunas cuentan con prohibición pero otras no, y a veces acumulan más y más carteles y pintadas, dando una imagen un tanto desagradable.

La limpieza del resultado de estas acciones queda, a veces, en manos de los Servicios de Limpieza Municipales o de los propietarios de esos edificios o solares amurallados, un hecho injusto dado que no han sido los responsables. Por ello, deberíamos tomar conciencia antes de llevar a cabo actos de este tipo, que pueden considerarse vandálicos, por lo que puede llegar a sancionarse a los autores. Y es que generalmente se realizan sin contar con permiso previo.

En el caso de los graffitis surge el debate entre los defensores, que lo ven como una forma de expresión artística callejera, y aquellos que, por el contrario, consideran que es vandalismo. No obstante, en este caso, no se discute la mayor o menor belleza artística de los graffitis, sino el realizarlos en lugares que no están habilitados para ello. En este sentido, se podrían destinar zonas a tal fin, como ocurrió en abril de 2015, cuando el Ayuntamiento de Utrera cedió 50 metros de un muro ubicado en la zona de celebración del «Back to the Spirit», un encuentro que reunió en la ciudad a los amantes de la cultura hip hop (accede a la noticia aquí). Para ello, es necesario que exista comunicación entre los interesados en manifestarse a través de este arte y el Consistorio, con el objetivo de que sea posible llevar a cabo iniciativas como la anteriormente citada.

Ya sea con graffitis, pintadas, carteles o cualquier tipo de acción que ensucie paredes, muros o edificios ajenos lo que se pide es respeto y responsabilidad por parte de los autores.
 
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